La montaña está llena de sorpresas, ¿cómo te adaptas para hacer lo que te gusta, sin dejar de lado otras cosas importantes en tu vida?

Este pasado fin de semana tocó llevar a dos grupos. La primer salida fue a la base de Popocatépetl, ¡un grupo de senderismo femenino, senderismo feminista, un grupo de 5 mujeres increíbles, con toda la actitud positiva! Nos movimos super rápido, un grupo ágil que nos permitió pasar a 3 grupos que iban adelante de nosotros. Con esto, pudimos llegar al final de la cañada antes que los demás y disfrutar de ese rinconcito mágico que tiene una cascada y escurrimientos de agua increíbles y donde el sonido del agua es ensordecedor.
De regreso, todavía con 7 km por caminar, paramos para comer algo, hacer grounding y seguir con una convivencia increíble. Pero una de las integrantes, una mujer que se convirtió en un gran ejemplo para mi, nos dijo “acabo de tener un bebé hace 6 meses y espero que no les importe, voy a sacarme leche”. Esto fue algo inesperado. Evidentemente a nadie nos importó, sacó de la mochila un aparato, se volteó y se lo colocó por debajo de la chamarra. De vuelta en la conversación, con sandwich en mano, nos comentó “debemos normalizar esto”…
Evidentemente, la conversación dio un giro hacia este tipo de actividades que están castigadas por la sociedad actual.
Algo que me encantó de este grupo fue que todas las senderistas fueron a desconectarse de sus vidas, dejaron a los hijos con sus maridos, se dieron su día de montaña, vivieron el momento y disfrutaron al máximo.
¿Quién se apunta a la siguiente salida?